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Posicionamiento ante el sindicalismo conformista y la importancia de la CNTE como organización combativa

VICENTE YAIR PINEDA SANCHEZ


CNTE; PROSTETANDO
CNTE; PROSTETANDO

Ante la pasividad del SNTE que, en lugar de representar dignamente las demandas de sus agremiados, se limitan a aceptar sin cuestionamiento las imposiciones del gobierno, es urgente alzar la voz y denunciar el abandono sistemático al que han sido sometidos miles de trabajadores de la educación. No se puede hablar de auténtica representación cuando se renuncia a la lucha colectiva, cuando se negocia en lo oscuro, y cuando se pacta a espaldas de las bases magisteriales. El sindicalismo que se conforma con migajas, que celebra aumentos insuficientes y que calla ante la precarización laboral, traiciona el espíritu de lucha obrera y despoja de sentido su existencia.


En este contexto, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se erige como la única organización magisterial verdaderamente combativa, coherente con las causas históricas de los trabajadores. Más allá de intereses partidistas, la CNTE ha demostrado que su fuerza radica en la organización de base, en la construcción de una conciencia crítica, y en la movilización como herramienta legítima de resistencia. Su presencia en las calles, en los foros públicos y en las aulas rurales abandonadas por el Estado, ha sido clave para visibilizar la profunda crisis educativa, las condiciones laborales injustas y el olvido sistemático del magisterio nacional.


La lucha de la CNTE no es solo gremial, es ética, es histórica y es profundamente humana. En un país donde el discurso oficial promueve una falsa narrativa de progreso mientras mantiene a miles de maestros en la incertidumbre y la carencia, la Coordinadora representa la dignidad, la resistencia y la posibilidad de otro modelo sindical: uno que no se arrodilla, uno que no se vende.


En esta lucha, la huelga no debe ser vista como un capricho, sino como el recurso legítimo de un pueblo trabajador que exige justicia. La huelga, como herramienta histórica de la clase obrera, tiene profundas raíces en la izquierda política de México y del mundo. Es a través de ella que los trabajadores han conquistado derechos que hoy parecen naturales: la jornada laboral, el salario digno, la seguridad social. Defender la huelga es, por tanto, defender la memoria histórica de los movimientos sociales y reivindicar el derecho a disentir, a resistir y a construir nuevas formas de vida digna.


Los principios de la izquierda —la solidaridad, la justicia social, la lucha contra la explotación— son inseparables de la acción sindical auténtica. Un sindicalismo sin conciencia de clase es solo una estructura vacía al servicio del poder. En cambio, un sindicato comprometido con la transformación social, como la CNTE, representa la continuidad de las luchas populares por una educación pública, gratuita, laica y de calidad, pero también por un país donde el trabajo docente sea reconocido, valorado y respetado.


Este posicionamiento no es un llamado a la división, sino a la conciencia. No es un ataque, sino una defensa del magisterio que aún cree en la organización como camino. En tiempos donde abundan los discursos sin acción, es tiempo de que el magisterio vuelva a reconocerse en el espejo de la lucha, y que la lucha vuelva a tener rostro de maestro y maestra. Solo así, con unidad, convicción y acción, el magisterio mexicano podrá avanzar hacia condiciones justas y una verdadera transformación educativa.

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